6.3.10

El tiempo en la nueva música.

El artilugio esencial del techno consiste en organizar una secuencia corta y repetitiva, de modo tal que el oyente experimente un bienestar en el corto periodo que se extiende hasta la próxima repetición, sin embargo, no quiere experimentar y ser arrastrado por desviaciones. Cada track de techno declara que el mundo que construye toma a su cargo, de ahí en adelante, la regulación del significado de todos los signos allí expresados. Donde aparece un sonido que el oyente puede haber escuchado antes (sin importar en qué medida este sonido pueda hacerle recordar al mundo externo, otro track u otra noche), el esfuerzo clásico del techno es siempre desactivar todos estos recuerdos y encargarse de que la última aparición de este sonido sea el momento decisivo que obtenga y controle la soberanía del significado. El techno es inmanente -también en muchos otros sentidos, además del aquí expresado, pero eso no interesa por ahora- y crea significado a través del hecho de que sus receptores y receptoras relacionan los signos sonoros con el momento en que escucharon este sonido por última vez, un segundo y medio antes. Entonces calculan una desviación mínima y producen instintivamente una compensación si esta se ha dado. A veces, sobre todo en tracks de postechno, esta pequeña desviación está incorporada en la música, pero la mayoría de las veces la producen solamente los que bailan y en una fracción de segundo se ha movido, han cambiado, han agotado su fuerza. El reposos en movimiento de de la música traslada el movimiento al público. El medio basado en el tiempo hace como si ya no estuviera basado en el tiempo, como si fuera un cubículo neutral, un espejismo en el que nada tiene lugar fuera de mi movimiento.
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El trabajo de los DJs, el corte y la mezcla no fue entonces un trabajo de desmembramiento y montaje -o callage- sino un trabajo de reconstrucción. El DJ no era, como opinan muchos intérpretes posmodernos, un artista del pastiche, la cita o el enfrentamiento, sino un artista de la reconstrucción, que operaba en contra de la forma canción, es decir, en contra de la reconciliación entre historia y repetición, ritmo y épica, que aquella forma ofrecía.
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En principio, el techno funciona de manera totalmente distinta. A diferencia del rock, no hay dramaturgia del concierto; a diferencia de la forma canción, no hay contenido lingüístico que refiera a algo exterior...

*Diedrich Diederichsen. 
Personas en loop. Ensayos sobre cultura pop.
Ed.Interzona, Buenos Aires, 2005.


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