31.5.10

Sendero inestable.



30.5.10

Tecnofílicos y tecnofóbicos.

A principios del siglo XXI, la retórica en torno a la velocidad de escape seduce con su promesa de liberación de la historia humana y la mortalidad. ¿Quién se puede resistir cuando se nos ofrecen asientos en primera fila para asistir al "fin del mundo" mientras nuestras insignificantes vidas trascienden y se funden en una unidad cósmica?
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Misticismo new age que reconcilia los impulsos trascendentalistas de la contracultura de los sesentas con la manía informática de los noventas. Subculturas para las que la tecnología es un medio de introspección y expansión de la conciencia. A través de luces estroboscópicas, acompañadas por sonidos de música computarizada (llamada trance) que invita a sumergirnos en estados hipnóticos de projunda relajación, por medio de audífonos y goggles, para alcanzar un éxtasis high-tech que integra videos de imaginación surrealista, animación y diseño gráfico de alta definición. Ciberhippies tecnofílicos, a diferencia de los hippies que eran bucólicos y románticos, anticientíficos y tecnofóbicos.
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El tecnopaganismo cristaliza con el uso de las computadoras en rituales neopaganos o electro-bacanales que todos los adolescentes conocen como raves, reventones donde se suspende momentaneamente los convencionalismos, bailando música house o techno a todo volumen, y tomando la droga afrodisiaca de los 90, el "éxtasis".
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Futurismo arcaico que redescubre el poder de la música y los psicotrópicos para la expansión de los estados de conciencia, a partir de los cuales se pueda llegar a una comunidad telepática que creará un nuevo arte, una nueva visión social, una nueva relación con la naturaleza y el yo.
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A pesar de su deseo de abrirse un nuevo espacio a lo sagrado, esta teología high-tech tiene el efecto paradójico de secularizar lo espiritual, perfeccionar nuestro ser y adquirir poder personal.
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En nuestra época mega-mix, donde se funden el house, el techno y los tribal beats o la rumba, el flamenco y la cumbia, no somos más que navegantes atravesando surcos de acetatos. En la época multimedia, el video-arte, la instalación, el rave y el performance, nos comprendemos el tipo de conductas característico de la red: con sus órganos en constante transformación, alterando tanto en forma como contenido, por las formas transitorias de internet, violentando los espacios y los discursos inamovibles.
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Juegos estructurados a la manera de de las muñecas rusas: un nivel nos lleva a otro y ese a otro más y luego regresamos y despúes volvemos y luego... no sabemos en dónde demonios estamos.

 Garzón Bates, Mercedes.
www.la _ciber_ética_com.
Ensayo de la filosofía ficción en torno a la cibercultura. 
Ed. Torres Asociados, México, 2001.

15.3.10

Dias nublados.


Back to the early 80´s. (...) Intentar hacer música con aparatos electrónicos era cosa de prófugos del sentido común (más allá de las posibilidades económicas para adquirir un equipo nada asequible). Como atreverse a practicar eso en un país  donde cualquier tema en el que sonaran maquinitas era motivo de suspicacia (un antecedente del sospechosísmo actual). Lo moderno no era bien visto en una escena tradicionalista, forjada en hoyos fonkies, la raquítica información que llegaba y la represión gubernamental; por eso, entre otras tantas razones, la música electrónica mexicana fue (mal) confundida con música disco, (bien) repudiada por rockeros de cepa, (super) vapuleada por una crítica pasatista y (mega) ignorada por la industria discográfica (mainstream o underground). 
(...)
Lo más interesante del asunto es que a la mayoría de los grupos de la new wave y del incipiente tecno era imposible escucharlos, porque muchos de ellos nunca grabaron y sólo se dedicaron a tocar en fiestas o en universidades, pero el simple hecho de verlos retratados, vestidos como punks muchos de ellos, hacia que uno se escuchara imaginariamente su música.
 *BACKUP Expediente tecno-pop 1980-89
At At records, Flour music, 2005.

Ningún secreto: somos un país desmemoriado, despistado y sobre todo impresionable, pero lo peor es que en los últimos tiempos hemos tendido al reciclaje póstumo y sin el menor asomo de identidad.
(...)
Size eran así, salvajajes, estrafalarios y si me preguntan: lo único que trascendio del punk-post punk-new wabe en este país, no es que estuvieran adelantados a su tiempo, es que eran de su tiempo y eso ya era mucho decir.
(...)
"El diablo en el cuerpo", es un plástico fantástico de 12 pulgadas y su incursión oficial en el techno, constituye una larga pieza de casi 8 minutos, algo inconcebible para un grupo de punk a regla, pero no para un grupo que desconocía por completo los límites de la imaginación, en esa canción igual mezclaban italo disco con electrónica oscura y maquinal que space pop y al final salían bien librados como siempre. Aún hoy, al poner la aguja encima de este vinilo las bocinas escupen un sonido moderno y atemporal, en definitiva, ese pedazo de plástico que certifica que el calibre de un grupo que nunca estuvo conforme.
*José Angel Balmori / ilustración: Bela Renata.
Music Zone/ Memoria: Size, the only band that matters.
Dj Concept, Año 6, nº 57, Julio 2007.

14.3.10

La música que no tiene letra.

¿Será que nosotros estamos locos? En nuestra tribu, en nuestra meditación que dura la noche entera y se extiende para recibir el amanecer, nosotros sin el deseo de hacerle mal a nadie, apenas celebramos y festejamos el fin de la hipocresía hacia nosotros mismos. Lo que nosotros los locos queremos es regresar a nuestro origen, al cosmos, a nuestro propio cuerpo, a la madre naturaleza y al espíritu cósmico. Nuestra música dice todo, sin tener que hablar de nada. 
              *Dj Forza, Trance-it magazine, nº26, Septiembre 2005.

6.3.10

El tiempo en la nueva música.

El artilugio esencial del techno consiste en organizar una secuencia corta y repetitiva, de modo tal que el oyente experimente un bienestar en el corto periodo que se extiende hasta la próxima repetición, sin embargo, no quiere experimentar y ser arrastrado por desviaciones. Cada track de techno declara que el mundo que construye toma a su cargo, de ahí en adelante, la regulación del significado de todos los signos allí expresados. Donde aparece un sonido que el oyente puede haber escuchado antes (sin importar en qué medida este sonido pueda hacerle recordar al mundo externo, otro track u otra noche), el esfuerzo clásico del techno es siempre desactivar todos estos recuerdos y encargarse de que la última aparición de este sonido sea el momento decisivo que obtenga y controle la soberanía del significado. El techno es inmanente -también en muchos otros sentidos, además del aquí expresado, pero eso no interesa por ahora- y crea significado a través del hecho de que sus receptores y receptoras relacionan los signos sonoros con el momento en que escucharon este sonido por última vez, un segundo y medio antes. Entonces calculan una desviación mínima y producen instintivamente una compensación si esta se ha dado. A veces, sobre todo en tracks de postechno, esta pequeña desviación está incorporada en la música, pero la mayoría de las veces la producen solamente los que bailan y en una fracción de segundo se ha movido, han cambiado, han agotado su fuerza. El reposos en movimiento de de la música traslada el movimiento al público. El medio basado en el tiempo hace como si ya no estuviera basado en el tiempo, como si fuera un cubículo neutral, un espejismo en el que nada tiene lugar fuera de mi movimiento.
(...)
El trabajo de los DJs, el corte y la mezcla no fue entonces un trabajo de desmembramiento y montaje -o callage- sino un trabajo de reconstrucción. El DJ no era, como opinan muchos intérpretes posmodernos, un artista del pastiche, la cita o el enfrentamiento, sino un artista de la reconstrucción, que operaba en contra de la forma canción, es decir, en contra de la reconciliación entre historia y repetición, ritmo y épica, que aquella forma ofrecía.
(...)
En principio, el techno funciona de manera totalmente distinta. A diferencia del rock, no hay dramaturgia del concierto; a diferencia de la forma canción, no hay contenido lingüístico que refiera a algo exterior...

*Diedrich Diederichsen. 
Personas en loop. Ensayos sobre cultura pop.
Ed.Interzona, Buenos Aires, 2005.


23.12.09

Tras la gran reja verde...

   La máscara renacía para escapar del nuevo encierro de la imagen. La máscara renacía para escapar del  encierro de la identidad. La máscara renacía para escapar del empobrecimiento del sentido. La máscara renacía para salvar a los excluidos del orden fluido. La máscara renacía porque la política se había convertido en una representación fáctica, y porque nosotros no deseábamos comprometer nuestro verdadero rostro. Ayer servía para dar cuerpo a los dioses. A partir de ahora manifieta la existencia de los don nadies, los refractarios, los dimisionarios, los indigentes, los rechazados y los retoños del capitalismo. Como el seudónimo, la máscara era la única estrategia de resistencia válida contra la transformación de nuestros seres poéticos en vendedores de sopa. El ser del disimulo frente al ser de la perdición.
   El cuerpo que renacía con la máscara había aprendido de los raves. No estaba desganado, ni aburrido, ni comprometido. Era un cuerpo clandestino, escondido, camuflado, provisionalmente fuera del mundo, mejor que tristemente contra el mundo. En su libro Senseless Acts of Beauty, George McKay insiste en que los raves, en su origen, no eran directamente políticos. Eran, por lo contrario, el resultado de un encuentro entre el individualismo tatcheriano, el hedonismo plácido de las vacaciones organizadas, el resurgimiento descomprometido de lo psicotrópicos -el MDMA en lugar de ácido- y un ciber-optimismo tecnológico. Dicho esto, el cuerpo indiferente del rave era alcanzado en su huida. El Estado le negaba su autonomía. Lo bloqueaba. Le prohibía el acceso al espacio. En 1994, el Parlamento inglés votó una ley que precipitaba su politización: el Criminal and Justice Act. Un modelo del género. Todos los nómadas insolventes, travelers y ravers estaban fichados. Según los artículos 63, 64 y 65, las fiestas clandestinas quedaban prohibidas: "Se entiende por rave una reunión, al aire libre y de noche, de más de cien personas, para las que se toca música amplificada -totalmente o de forma predominante caracterizada por la emisión de ritmos repetitivos-, de tal forma que cause graves molestias en la comunidad local. Esta disposición concede a la policía el poder de ordenar a las personas dispersarse si estima que estan preparando un rave". Apolo ganaba terreno. La ocupación de la tierra -incluso cuando era propiedad común- pasaba a ser un delito. De tal manera que los ravers eran forzados a salir de su abstención.

*Camille de Toledo. Punks de boutique, Confesiones de un joven a contracorriente. Almadía, México, 2008.


21.12.09

A batallas de amor, campos de látex.



¡Ah! La música tecnoindustrial robotiza los movimientos y moderniza el alma.
(...)
El ánimo forjado en el hacinamiento y la falta histórica de oportunidades le infunde a los jóvenes la voluntad de convertir el baile incesante en estilo de vida, algo más que destreza y bastante más que el empleo del tiempo libre. No se vive para bailar, se baila para vivir lo de otra manera jamás obtenible: la sensación de lo contemporáneo, ese fervor psicotecnológico que le infunde fuego a la pista.

*Monsivais, Carlos. Apocalipstick. Debate, México, 2009.

Dimensiones encontradas


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La lucidéz de la conciencia,
que es a la vez triste y desconcertante,
iluminadora de nuestros vicios:
hedonimos frívolos,
hedonismos ingénuos,
hedonismos ciegos.

26.11.09

Lo sublime y el don de la nada.

Ecuación de diversas variables -el trance que rompe los grilletes de los modelos culturales del "yo", el enfrentamiento con un cosmos polisémico en que el hombre se somete a la prueba de la materia, el don de la nada hecho a la nada que se opone al cambio, la restauración hecha por la risa del cuerpo en su dinamismo- la fiesta remite al conjunto de la experiencia imaginaria. Ni la antropología ni la filosofía pueden explicar esa manifestación subversiva que opone a la cohesión de los conjuntos, la destrucción de las formas instituidas.
[...]
En resumen, la fiesta no se vincula ni con el juicio de realidad ni con el juicio estético.

*Jean Duvignaud. El sacrifico inútil. FCE, México, 1997.

10.10.09

PENTAGRAMA

El álbum de las calles
      se enrollan en los motores
Con fugas de los postes
      que escriben sinfonías

Y un azoro embobado
      se pega en las vitrinas
Los autos pederastas
      desfloran el crepúsculo

Y las marcas comerciales
      prenden sus constelaciones.
Sobre la acera encerada
      las lunas juegan boliche.

¡ALTO! EVITE-PELIGRO

      Y ante el mandato verde de tus ojos
Toda mi alma se ha desparramado.

* Salvador Gallardo. "El Pentagrama Eléctrico (1925)."
   en El Estridentismo. La vanguardia literaria
   en México. UNAM. 2007. México.

19.9.09

Labios de aguardiente.

La aglomeración hormonal y etílica de besos y abrazos ocultos en pequeñas bocanadas de plasma canábico; la seducción de la insuperabilidad corpórea de nuestros sentidos; la carne sobre la carne intentando reconocer espasmos de placer entre la confusión/inconsciencia de la fiesta. Erecciones ingenuas y un poco dolorosas, reconociendo y desconociendo en la simultaneidad. Solo el bello-vello como escapatoria estética del recuerdo pasmódico e idealista del tenebroso efebo. La saliva extinta y evaporada entre tragos de pudoroso alcohol. La sonrisa del talento mecánico, evocando recuerdos y aspiraciones optométricas, insinuando a través de la piel lo que por otras vías no sería más que una reiteración triste y frívola. El tránsito de las manos cuestionando sobre una ¿mutua? inseguridad. La reiteración de lo que no sucedió, mero embuste del amor líquido.

5.8.09

Rupturas y procesos de la fiesta múltiple.


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24.6.09

Delirio contemporáneo y coqueto.


Alegoría de Breaks fulminantes.

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La Capilla seducida por los abusos
sonoros del Konami Crew. El ultraje violento
de un Drum and Bass desconsiderado y grosero,
desgarrando siempre al dance-floor.
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Panacea exploro la degradación mortífera
de un Tech-Step - Dark-Step,
dañando los sentidos de los muertos congregados.
...
Una lágrima cayó en la fiesta,
fue una lástima que no se debiera a
los golpes del frenético baile.

20.6.09

La escena que nunca llegó a ser. (parte I)

La posibilidad ingenua en los años que siguieron de la transición 90´s - 2000´s, cuando la esperanza se percibía como posibilidad(al menos en la escena); fue en ese entonces cuando comencé a ir a las fiestas. La euforia adolescente que redefinió mi acercamiento a la música como cultura, cuando pensé que había encontrado un camino para comprender el mundo; fue la que me llevo a diversas experimentaciones sobre el sentido de asistir a las fiestas. Para ese entonces se había reproducido más ampliamente una moda característica, en la que era difícil comprender hasta que punto se estaba siendo parte de algo nuevo y en que otro, no era mas que una vuelta a la comercialización banal de lo mismo. La música que circulaba se mantenía codiciada por los que ya contaban con una conexión internet, menor era el número de los que podían adquirir los aún provocadores objetos físicos llamados discos; la piratería más que una práctica de lucro desmedido, fue casi el único medio que muchos tenían para poder escuchar música nueva. La posibilidad que implicaba tener discos quemados era (y sigue siendo para muchos sectores de la población) un puente de acceso a distintas producciones que no se difundían tan ampliamente en los medios masivos.
Los flyers se tomaban cual reliquia a perseguir en los puntos de convergencia. Las fiestas se convirtieron en una experiencia mucho más amplia de lo que habían sido hasta entonces, con todo y su gran sentido de incertidumbre, pues para aquellos días la constantes cancelaciones de eventos era algo común. Productoras ya perdidas en el olvido como Goa Sound´s o Sonikal, habían caído en el descrédito de quienes con fe ciega adquirían boletos vendidos en sitios poco comunes, como las tiendas de la susodicha marca de ropa que desde entonces se asociaría con la estética psy-raver. La primera generación de lives nacionales alcanzó su gloria etérea en el dance-floor, cuando aún se escuchaban tracks como Super marihuano bross (Shove vs Barak) o El Santo (D-Tec) sin tantos prejuicios. Las hoy tan "fastidiosas" Cities of the future (Infected Mushroom), Juice (GMS) e I Wish (en el remix donde Skazi consagraría en himno las vocales de Erez), fuéron tracks capaces de convocar desde pequeños círculos de amigos (novatos que se juntaban para escuchar sus recientes descubrimientos musicales) , hasta las más grandes múltitudes que hoy día se siguén congregando en las presentaciones de estos artistas. Mexican Trance Mafia, Quetzsound y Sharigrama comenzaron a ser tan aclamados como cualquier live internacional.
Las grandes innovaciones habrían de venir de producciones más comprometidas/azarosas por parte de los organizadores; Time and Space y Mikology se convirtieron en paradigmas de la organización de fiestas. Decoraciones sofisticadas, amplios line-ups con lives reconocidos, locaciones paradisiacas y la tremenda aventura de Kuira con su rave impensable hasta entonces de 3 días, era algo que ni el Goa Sounds había logrado concretar. Un saldo de 5 muertos en la carretera sería el cierre propagandístico más triste para una productora tan prolífica, entre cuyos méritos puede sumarse el nacimiento de Deliria, la gran precursora de la decoración temática y de calidad. Maia y sus ya clásicos festivales, que sumados a la edición de compilaciones y albums, terminaría por consolidarse como un pilar y referente de la escena electrónica nacional. Ommix es mención a parte, no solo por haberse mantenido hasta hoy como una de las productoras con más veracidad y legitimidad dentro del público raver, sino por ser ejemplo del modelo aspiracional para muchos de los candidatos a la organización de fiestas; su visión empresarial fue la que la hizo despegar desde las quejas de los asistentes hacía la seguridad exesivamente dura y abusiva, hasta los pases anuales y los eventos VIP.
Ésto último me conduce a un tema un tanto espinoso, que por aquellos entonces era motivo fuerte de polémica en las redes y comunas virtuales, la cuestión del acceso a las fiestas: el salto o la preventa. Aquí es cuando me doy cuenta de la imposibilidad de armar un relato fuera de la experiencia personal, pues aún cuando es notoria la enemistad entre ambas posturas, no puedo sino hablar desde los matices del punto medio. Mi primer rave, mi primer boleto e irónicamente mi primer portazo; cuando mis $100.oo pagados en la taquilla por un triste papelito foliado, terminaron en miedo y adrenalina exponenciados por una multitud de jóvenes desesperados tras un montículo de nopales y piedras, láminas viejas cubriendo nuestras cabezas, repeliendo los macanazos y el terror del gas lacrimógeno a lo lejos; !juntense banda! fue lo último que recuerdo haber escuchado, lo demás son imágenes borradas por el polvo levantado en una infinidad de piernas corriendo hacía lo que parecía un escenario oculto tras las casas de campaña distribuidas cual obstáculos flexibles. Fue ahí cuando me dí cuenta de que era diferente, que no se parecía a ningún evento de música al cual hubiera asistido antes, mi exaltación inmadura ante el fuego cadeneante, un cielo abierto a la negra inmensidad y Rinkadink violando mis oídos. La burbuja viviente de público extasiado, donde todos se transmitían mutuamente la alegría de brincar y bailar, parecía algo que se conquistaba, algo a lo que todos deberiamos acceder por derecho; para mí la experiencias con los saltos, siempre fue algo más que simples actos de vandalismo e inconsecuencia,implicaban la aventura heroica que se pagaba cuando los ahorroros habían sido insuficientes, más aún, eran la exposición desmesurada al riesgo de la fiesta. Lo que me quedó de aquella temporada, entre raspones, amistades efímeras y largas caminatas, fue el sentimiento de haberme ganado el derecho a bailar en todos y cada uno de aquellos sets que me iluminaban el espíritu. Las cosas cambiarian diametralmente con los primeros pases preferenciales, que no eran más que simples tarjetas holográficas que reducian el costo fiesta a fiesta, además del trato supustamente preferencial que no desembocaba más que en playeras mal impresa con el logo del rave.
Del marginado al brazalete bonito, la perspectiva ignorada de lo que nunca se quizo aceptar, las decenas de jóvenes golpeados y maltratados por seguridad para nada profesional, la dificultad que implicaba acceder a las fiestas aún con ticket de preventa a la mano. Las casacas numeradas fueron una buena apuesta dedicada a la integridad de los asistentes, pero las cosas no funcionan así; de todos era sabido la venta y reventa de drogas por parte de los emisarios de seguridad. Más aún los dealers se exhibieron siempre como entidades glamurosas, oráculos a conectar para el deleite de la realidad psicodélica. De mi primer toké a mi primer candy-flip, la intoxicación como segundo tema espinoso, mortífero y propagador de fuertes enemistades; reproche absoluto de medios y padres mochos ...

5.3.09

Mueran los invasores...

...del beat y la escena rave, de los sonidos sintéticos y ácidos que quemaban la pista de baile, de los ritmos potentes que de una otra forma te hacían bailar, que mueran los llamados "nu ravers", que regrese la vieja escuela. Y más ahora con este disquillo que apenas me topé de las Prodigy, Invaders Must Die.   
Para empezar no sabía que esperar por la portada, está como muy noche de brujas. Pero el disco empieza bien, con el track del nombre del disco, quizá para que te hagas una idea de lo que escucharás. El concepto me gustó, bien solido, un sonido bien contundente que en ningún momento duda de que es un disco para bailar, y eso no es malo, porque sería en todo caso un baile frenético, sonidos que van desde un big break beat hasta electropunk post-industrial. Beats acelerados, líneas de bajo medio sucias pero bien marcadas, melodías burlonas y repetitivas y vocales interesantes, además de unos súper killers que saben hacer su trabajo en el dancefloor. En ocasiones se aprecia una conexión de un track con el próximo, da la sensación de un flujo musical. En general es buen material y definitivamente merece más de una escucha.
Y habrá quien me diga que este proyecto se vendió desde su disco "The Fat Of The Land" o antes, y no me atrevo a discutir eso, pero la neta el disco sí está medio digerible a la primera escucha, sin embargo sigue siendo una buena opción para quién busca algo más del indie-trash electro-rock. Aunque si eres de los que se descarga los puros hits del ares o así, ni le busques, porque el álbum es bueno como un todo, no dudo que saquen un single para la radio, pero la calidad de un artista se mide en etapas y a través de su discografía y no por uno que otro rolón. 

5.2.09

Entre arboledas y tentáculos. Anotación breve y finísima sobre Suomi-Trance.

Entre tanta escena perdida, cientos de tracks pulidos en producción pero con la misma estructura de hace 5 años, el suomi trance se presenta como un múltiple y panorámico eje en el que convergen nuevos y distintos modos de experimentar el psy-trance. Dentro de este nuevo despliegue de lo que también se ha optado por denominar trance free-style, se aglutina principalmente la producción escandinava, donde proyectos como Texas Faggott, Haltya, Calamar Audio, Shiwa 2000, Mandalavandalz, Tutankamon 9000, lucen como algunos de sus principales exponentes. Intentar definir su estructura melódica parece contravenir su particularidad, el sonido principalmente lúdico rompe los esquemas métricos del beat full-onero y/o progresivo; recuperando también una esencia del goa mítico/mágico, que se muestra tanto en samplers como en los recursos visuales de los que se alimenta. Una de sus grandes virtudes es sin duda su flexibilidad de asimilar/ juguetear con otros géneros musicales, ya sean de composición electrónica y/o de producción acústica/análoga, incursionando incluso más allá del mero sampleo y/o remixeado descontextualizado, para integrar dentro de su orden rítmico elementos que lo moldean indefinidamente, volviendo a los tracks en fluidos plásticos indescifrables y poco predecibles.

3.1.09

"Sonidos de días pasados"

Meses después de haber sobrevivido entre la neblina y la ventisca a la presentación de Space-Tribe y Electric Universe en México, se difunden por la red las dos nuevas producciones de cada uno. Lo extraordinario, es que con todo y las constantes renovaciones de la escena electrónica, el espíritu goa se mantiene en ambos; aún con la profunda brecha que separa el sonido primigenio de sus producciones noventeras, el fluir cósmico no desaparece, el bass line de clara influencia full-on, solo es el pretexto para llevar a flote melodías y texturas tan alucinógenas como cualquier track de los ya clásicos Blue Planet (1999) ò Sonic Mandala (1996).


Con una fractálica/galáctica (pero no innovadora) portada, Electric Universe (Boris Blenn) presenta Sonic Ecstasy (2008), donde colabora de nueva cuenta con el guitarrista Roland "Chico" Wedig. El disco avanza a través de tracks acelerados, texturas siempre dispuestas para el viaje, pasando por el hipnotismo del rock progresivo en The Rifft, la saturación caótica en Young man on acid y la atmósfera misteriosa de Psycho Acoustics, hasta culminar mágicamente con una nueva versión de The Prayer, track original del álbum Cosmic Experience (2004).



La mención especial es sin duda para Electro Convulsive Therapy (2008) de Space-Tribe (Olli Wisdom) , álbum del todo ecléctico, donde lucen colaboraciones de todo tipo, desde la furia de Azax Syndrom hasta los característicos sonidos de GMS. Los tracks producidos a lado de Electric Universe (firmados mutuamente como ESP) merecen especial atención, tanto por el poder explosivo de sus beats, como por los guitarrazos (cortesía de Jon Klein & Chico) y las vocales del talentoso Olli, que parece retomar el micrófono olvidado desde su época como vocalista glam en la banda The Specimen. La evocadora portada con todo y sus iridiscentes colores, anticipa la carga sonora del álbum, la referencia a Jimmy Hendrix se hace presente en Deep Purple Haze (Star Spangled Mix), cosa no del todo extraña si se toma en cuenta que Space-Tribe se ha caracterizado siempre por su comprometida estética psicodélica.







Entre las imágenes del frío y sonoro viaje psicodélico, es imposible olvidar el grito de un joven extasiado entre el dance-floor, que le replicaba al músico: ¡eres de otra galaxia!...


23.12.08

Kraftwerk en México

 Así es, el cuarteto alemán que asentó la bases del techno actual y de la música electrónica en general viene al foro sol el 15 y 16 de marzo del próximo año, pero no en la forma en que muchos hubiéramos deseado. Al parecer serán los encargados de abrir los conciertos de Radiohead en toda lationoamérica.
 Muchas personas consideran que es casi un insulto que una agrupación de tal magnitud e importancia en la música electrónica con casi 40 años de trayectoria sean teloneros de una agrupación de rock "alternativo", la cual, siendo honestos, está bien de moda gracias a su último disco. Otros pocos creen que Kraftwerk no son merecedores de compartir escenario con Radiohead, y no precisamente por desagrado a su género musical, más bien por ignorancia.
 Y es que Kraftwerk no sólo fue determinante a lo que hoy la gente llama "electro", en su época fue toda una revolución en cuanto a la forma de crear música, y algo que muchos no notan es que tocaron temas que van más allá de la banalidades típicas del siglo XX.
  Para los afortunados que compraron boletos, el disfrute de un espectáculo inigualable en México (se espera). Para los que no, suerte si deciden en la aventura de conseguir uno, pues si de por sí los precios de reventa eran de hasta el triple, con Kraftwerk en la alineación, se esperan precios de varios ceros. 

13.12.08

"Atmósfera de fiesta como ambiente de diálogo"

Perdidos entre los beats de fondo, desinhibidos por la efervescencia etílica de los tragos coquetos, navegando con nubes de humo canábico sobre nuestras cabezas, así es como queremos exponernos; en la euforia que permea la lucidez/decadencia festiva, es donde queremos trabajar y construir, reconociendo que somos inseguros e incapaces fuera de ella, porque somos tan dispersos que nos parece difícil acoplarnos a la uniformidad rutinaria. Más que pretender vivir ilusionados en lo intangible de la fiesta infinita, queremos eliminar nuestras fronteras, borrar la división entre el rave y lo cotidiano, porque creemos que no son dimensiones separadas de nuestra realidad, sino categorías que se entrecruzan y nos realizan. Llegamos aquí, a este refugio virtual, creyendo que podemos explorar eso que no sabemos si soñamos o vivimos; intentamos buscar algo trascendente en lo que sabemos que en esencia nunca dejara de ser banal...